En absoluto, nunca, nadie imaginaba que llegara hasta nuestras vidas un tsunami de enfermedad y terror que pararía el mundo. Sí, todo se paró, la vida dio un frenazo y se convirtió en una pesadilla llena de miedo e incertidumbre. Un diminuto virus, que se hizo gigante y mortal, arrasó con la vida de muchas personas y convirtió en grises los días de aquellos que les querían. Este año, aún más si cabe, tendremos en el recuerdo a todos aquellos quiterios que ya no están con nosotros. A aquellos que nos han dejado en estos dos años de penumbra y a aquellos que se marcharon antes de esta triste época de pandemia. Siempre os llevaremos en nuestro corazón porque sois los que sembrasteis en nosotros esa semilla de amor incondicional a nuestra querida Quiteria. Vosotros vais a acompañarnos en estos días, estaréis ahí arriba bajo el manto de nuestra Santa velando por nosotros y nosotros os traeremos aquí abajo cuando sintamos ese pellizquito en el corazón al ver abrirse las puertas de la ermita de San Gil. Estad seguros de que vuestro legado ya es el nuestro y así lo vamos a mostrar a los que vienen. Gracias por tanto… |
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Y hoy, tras dos años de oscuridad vuelve la luz, vuelve la ilusión y vuelve la alegría al Barrio de San Gil. Estoy segura que hay cosas que el tiempo no nos hace olvidar y a los quiterios no se nos ha olvidado como se vive este sentimiento que llevamos guardando demasiado tiempo y que ya no nos cabe en el pecho. Estamos ansiosos de reír, de abrazar y besar, de vivir y revivir cada instante de estos días que nos llegan y que tanta falta nos hacen. Ansiosos de ver las calles llenas de banderas desde la ermita hasta la Chopera, del vuelco en el corazón con los primeros compases del galopeo de entrada, de los cohetes anunciando que ya sale Santa Quiteria de su casa, de los vivas de nuestros mayores y también de nuestros niños, de los fuegos artificiales, de ver mover los flecos de las pañoletas de los danzantes, de beber limoná el domingo en nuestra ronda, de las reuniones familiares y las de los amigos, de escuchar a nuestra banda de música…. y, ¿por qué no decirlo?, de las agujetas, de la falta de sueño y del agotamiento por no querer perdernos nada. Ya solo queda volver a vivirlo. ¡VIVA EL BARRIO DE SAN GIL! ¡VIVAN TODOS LOS QUITERIOS! |