La configuración de la ciudad de Huete tal y como la conocemos hoy comenzará a gestarse en el siglo XVII. En el siglo XVIII, el aumento de la población propicia el consiguiente aumento de edificaciones y la regularización de la traza urbana de la ciudad ajustándose a los modelos borbónicos de calles rectas y más o menos anchas. Este desarrollo urbano, continuará durante las primeras décadas del siglo XIX.
Será a lo largo de estos siglos cuando el barrio de San Gil se extienda paulatinamente hacia la vega del Borbotón, conformándose calles como la Calle Nueva, las Monjas, la Carrera y una buena parte de las que descienden del cerro de Santa Ana y de la cuesta del Mercado, donde inicialmente se encontraba su área más poblada.
Y así debió ser ya que José Mª. Sánchez Benito en su Estructura urbana de Huete en el siglo XV (Madrid 1994) señala, al hablar del barrio de San Gil en el siglo XV, que en lo más meridional de los arrabales de la ciudad, extramuros, (Santa Ana, San Gil de Afuera y el Mercado) no había mucha densidad de población, siendo pocas y dispersas las casas, localizándose allí bodegas, corrales (algunos cultivados de azafrán en Santa Ana) y tierras agrícolas alrededor de la ermita de San Gil.
Más densamente poblada estaba la zona del Mercado y sus inmediaciones, allí, se instalaban las tiendas dispuestas, al parecer según el tipo de productos que vendían (hortalizas, carne, etc.). Todavía hoy queda recuerdo de aquel comercio con el topónimo de La Lonja que conserva esta calle. Según este mismo autor, “… en Huete podían verse (las carnicerías) en el arrabal, probablemente por las cercanías de Santa Ana, aunque se sabe que a comienzos del siglo XV cambiaron de lugar, sin abandonar la misma zona. Hubo también matadero, y en 1490 se construía en el Otero, por iniciativa municipal una casa con corral para desalar las carnes …”
Esta parte de la ciudad contaba ya con dos ermitas, la de San Gil y la de Santa Ana, donde se reunía el Común de la tierra de Huete, al menos ya desde finales del siglo XIV. La ermita de Santa Ana sería reedificada en 1683 por D. Cristóbal Núñez de Herrera, canónigo de Cuenca, y, según Juan Julio Amor, en 196 se trasladó a ella la Parroquia de Santa María de Castejón.
El 6 de agosto de 1588 se funda junto a la ermita de San Gil el convento de Carmelitas descalzas. Su fundadora fue la madre Isabel de San José, nacida en Moncalvillo, de la casa de los Señores de Villarejo de la Peñuela (luego también Condes de la Ventosa). Su hermano mayor, heredero de los señoríos, se hizo carmelita descalzo en 1596, llamándose Fray Alonso de Jesús María; fundó el Desierto de Bolarque y llegó a altas prelaturas de la Orden. Isabel halló en su familia el ambiente propicio para una vida piadosa pero por ser heredera tropezó con obstáculos para entrar en el claustro. Finalmente prepara con su hacienda una casa para convento junto a la ermita de San Gil en Huete, y el 6 de Agosto de 1588 vienen para la fundación seis religiosas enviadas por la orden procedentes de Burgos (dos), Malagón, Salamanca, Toledo y Madrid. A ellas se incorpora Isabel, a sus veintiséis años. Y pronto entró también su madre, como seglar con permiso del Papa. En 1603 el convento fue trasladado a Cuenca.
Vicente Martínez en su manuscrito sobre la Historia de Huete, a finales del siglo XIX, aporta algunos datos más sobre esta fundación, como que el día del traslado de la comunidad de Huete a Cuenca, salieron once religiosas y la causa de esta marcha fue el haberse prendido fuego este convento que estaba situado en las casas que hay frente a la ermita de San Gil y apenas se conoce, pero aun se conservan algunos restos del convento y la huerta, que es la que hoy es propiedad de D. Mamerto José de Alique.
Tras la sublevación de las Alpujarras, los moriscos granadinos serían dispersados por toda la península. A Huete llegaran entre 1570 y 1571 y, según los censos de 1581 y 1589, fueron 314 y 362 respectivamente, procedentes de Río Almanzora. Este grupo fue el más numeroso de toda la provincia de Cuenca. Sus oficios eran artesanales y trajineros, dedicándose este tipo de actividades manuales y comerciales ya que no podían procurarse tierras, en cuyo cultivo, no obstante, tenían una gran fama como horticultores. En Huete están documentados algunos procesos inquisitoriales contra ellos. En 1609 se aprueba su expulsión definitiva de España que se llevará a cabo durante los años 1610 y 1611. Los moriscos optenses, como los del resto de Castilla La Nueva, abandonarían España por Cartagena.
Este grupo se instalaría en diversos lugares de la ciudad y por supuesto también en los arrabales junto a la ermita de San Gil, buena prueba de ello es el nombre que todavía hoy se conserva de la calle Zacatín, que sin duda, tiene aquí su origen ya que en 1589 hay constancia de cristianos nuevos (moriscos) en varias parroquias de la ciudad: Santa María de Castejón, San Miguel y Santa María de Atienza (Romero Saiz, Miguel: Mudéjares y moriscos en Castilla-La Mancha. Aproximación a su estudio. Cuenca 2007).
La ciudad de Huete según el plano de Tomás López en el siglo XVIII
En 1820 se prohibirán los enterramientos en las iglesias, construyéndose el cementerio del barrio junto a la ermita de San Gil, haciéndose el primer sepelio en 1835. En 1904, Juan Julio Amor señalaba los abandonados que estaban estos cementerios de San Gil y Atienza y lo reducidos que eran abogando por la construcción de uno nuevo que, efectivamente, se llevaría a cabo en 1910 en el llamado “Cerrilete de las Calaveras” donde continúa hoy.
El 20 de septiembre de 1870 se inauguraba la traída y distribución del agua potable a la ciudad. Para el abastecimiento público se ubicaron fuentes en distintos puntos de la ciudad, en el barrio en el Chorro (Cuatro Esquinas) y en La Chopera. Para disponer de agua en cualquier caso, se dispuso la construcción del depósito un poco más arriba de la ermita de San Gil, donde todavía continúa hoy.
Esta primitiva fuente de hiero de las Cuatro Esquinas, al parecer, fue destruía en 1901 ya que el 23 de febrero de 1902, el Ayuntamiento acuerda requerir a D. León Ayuso Sánchez para que instale una fuente de hierro (…) y que mientras tanto, con el fin de que no falte agua al público, dentro del término de cuarenta y ocho horas coloque un tubo con una llave que de salida al agua permaneciendo cerrada cuando el público no se surta de agua. Fuente que aun tardaría en ser colocada, al menos hasta septiembre de ese año, ya que el día 14 la Corporación acuerda que se coloque una fuente de hierro de las llamadas de pistón.
Fotografía de principios del siglo XX, en ella puede observarse el gran espacio de campos de cultivo que todavía descendía del cerro de Santa Ana hacia la Carrera
Vista del barrio de San Gil desde las Huertas de la Noria a principios del siglo XX, arriba, a la derecha el cerro de Santa Ana totalmente despejado de casas. En el centro uno de los cubos de la muralla de la ciudad al principio de la calle de la Lonja que se derribaría en 1921
Foto aérea de Huete en los años sesenta. Todavía puede apreciarse los campos que bajan de Santa Ana, e incluso traspasan la calle de la Carrera hasta alcanzar la de las Monjas. Por supuesto, el Polideportivo no estaba construido (eran las Huertas de la Noria) y el caserío del barrio acababa en la calle de La Solana
La superficie que tradicionalmente ha ocupado el barrio de San Gil quedaba bien reflejado en la división por secciones y calles de la ciudad que el Ayuntamiento hacía en 1895, correspondiendo éste a las secciones primera y segunda. En la primera, se incluían las calles de: Plaza de la Constitución, Plaza de Toros, Plazuela de San Esteban, Calle de San Benito, Calle del Mercado, Calle del Caño, Calle de la Lonja, Calle del Olmillo, Calle de Zacatín, Calle del Chorro, Calle del Pozo de la Nieve, Calle de Santa Ana, Calle de la Cruz y en la segunda: La Calle Nueva, Calle del Ranero, Calle de la Solana, Calle de la Carrera, Calle de la Civera y Calle Tiradores.
Las calles del barrio fueron ,hasta su desaparición, el lugar donde se ubicaba la Feria; reatas de animales podían verse en la calle de la Solana y alrededores de la Chopera, mientras una gran cantidad de puestos subían por la calle Nueva hasta la calle Mayor.
La feria hacia 1890
Después, en los años 70 vendría la construcción de Polideportivo en los terrenos de las huertas de la Noria, la construcción de las casas de los maestros y el Matadero que cerraban la calle de la Solana. Y pocos años atrás, el Instituto, la Residencia y las nuevas edificaciones que han ocupado las antiguas eras de la Cerca y los cerretes aledaños, ampliación que poco a poco va dando una nueva fisonomía al barrio y que continúa en la actualidad.
Nuevas construcciones en la Cerca
Erigida en los primeros siglos del pasado milenio fuera de la ciudad, y todavía hoy en el extremo oeste del barrio de su mismo nombre, se encuentra la ermita de San Gil donde se daría acogida poco después a la que sería su patrona, Santa Quiteria y cuyo culto llegó, muy posiblemente, traído por gentes galas asentadas en la zona en esta misma época. Y como siempre, poco o muy poco, era lo que de este lugar se conocía hasta el estudio corregido y aumentado del que se publicó en el volumen VII de ANALES, de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía. Madrid, 2002-2003 por Don Manuel de Parada y Luca de Tena, Sexto Marqués de Peraleja, Numerario de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía y su Bibliotecario del Instituto de España quien vino a aportar un nuevo y amplio caudal de datos de su pasado y, a la vez, de nuestra historia.
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